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Dibujo regalo de Jimena |
“Buscad la belleza ahí fuera, porque es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo” Ramón Trecet
El autobús acaba de parar y todo el mundo está bajando en la que parece la última parada. Tan pronto como pongo el pie en tierra siento un golpe de realidad: de nuevo estoy en camino.
Son las 6 de la mañana y apenas he dormido, llueve bastante y hasta hace un poco de frío. El bus me ha dejado en medio de la calle, no en una estación de autobuses, y apenas hay movimiento, las tiendas aún están cerradas. Estoy en Changuinola, la última población panameña antes de la frontera con Costa Rica. Todas las ciudades fronterizas que conozco tienen un ambiente retador y desafiante y si lo normal en un país pobre es que la gente intente sacar provecho de los visitantes blanquitos, esta ley no escrita se tatúa al nacer en la piel de la gente que vive cerca de una frontera.
Hasta llegar a Changuinola he pasado diez horas en un bus que más bien parecía un camión frigorífico. Por cierto, y este es otro de los grandes misterios de la humanidad, ¿por qué en todos los países tropicales los buses tienen el aire acondicionado en modo "crionización"?
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Grandioso este diablo rojo panameño |
Aún tendré que coger dos o tres buses y pasar dos puestos fronterizos antes de llegar a mi destino, así que el panorama que se me presenta es bastante desapacible. Sin embargo, a mi me encanta esta situación, esta vuelta a la realidad que me atrae, a una forma de viajar que no es la más cómoda, pero que me permite interactuar con los locales y conocer mejor cómo viven. vuelvo a sentir que estoy viajando.
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Qué pena que no podré ir a ver cómo se trata a las brujas |
Después de unas semanas visitando a grandes amigos, disfrutando de sus cuidados, comidas caseras y toallas perfumadas, en unas horas he pasado de vivir bajo el amparo de hogares civilizados donde me han dado jamón y lentejas para comer, a la dura vida del mochilero solitario, aunque esto lo comento para ver si arranco alguna lágrima entre los que me siguen. La verdad es que no me puedo quejar porque, aunque haga mal tiempo, estoy en una cabaña a uno 25 metros de la playa y me duermo escuchando el sonido de las olas.
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Panamá City skyline |
Antes de que todo sucediera, pensaba que lo complicado sería coger los buses a tiempo y no llegar derrengado y demasiado tarde, pero la realidad, de nuevo, me hizo ver que nunca hay que bajar la guardia porque no sabes de dónde te pueden llegar los problemas.
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El río Changuinola en la frontera |
En Changuinola cogí un bus que me dejó en la misma frontera, un puente sobre el río en el que no había nadie porque, señores, la frontera estaba cerrada hasta las 8. En ese momento pensé en cruzar el puente andando porque, pensándolo, no necesitaba nada del puesto panameño, el sello de salida no me iba a hacer falta para nada. Sin embargo, decidí quedarme escribiendo mientras veía cómo los locales cruzan sin ningún problema.
Finalmente, cuando llegó el funcionario, a eso de las 7.30, le pedí si me podía sellar para que puediera seguir mi camino pero su respuesta fue que no se podía, que tenía que encender la computadora y programarla antes de poder hacerlo. Casi me caigo al río de la risa que me dio, pero me contuve y esperé.
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Puente que separa Panamá de Costa Rica en Sixaola |
Sin embargo, al llegar al lado costarricense me encontré con la sorpresa inesperada. La funcionaria, después de preguntarme por mi destino, me exigía un billete de salida del país, una norma que me había conseguido saltar al llegar a EEUU, la frontera por excelencia, me impedía entrar en el país más feliz del mundo, que me tocaba las narices por un requisito que aplica a todo el mundo, pero que a ojos de un blanquito parecía un impuesto revolucionario. Lo sigo pensando pero también pienso que lo mismo hacemos nosotros cuando ellos llegan a nuestro país, así que se cumplió el "donde las dan..." y compré un billete que me costó $15. Eso sí, pude pasar la frontera sin ningún problema para comprarlo. La próxima vez, me doy a la fuga.
En realidad, lo que más me dolió fue un tipo que me llamó "gringo". Según se dió la vuelta la vuelta le amenacé de muerte si volvía a insultarme y nos hicimos amigos porque era muy grande y se fue contento pensando que Costa Rica va a ganar 3-0 a España el próximo día 15.
Finalmente llegué a Puerto Viejo de Limón, un pueblo en el que ya estuve hace diez años, cuando aún no tenía ni carnet de conducir. Qué buenos tiempos aquellos...y estos.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything else is secondary. Steve Jobs
PD: Esto se lo dedico a mi amigo Pierre, que es más grande que Steve Jobs, un verdadero ejemplo para la humanidad y la primera persona que conozco que ha pedido que le degraden a cambio de que sus jefes dejen de tocarle las pelotas. Enhorabuena!!!
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Diablo rojo en Panamá |
Que cosas te pasan...no??
ResponderEliminar...el 'diablo rojo' me recuerda esta canción: http://www.youtube.com/watch?v=9x_Zmt4S01s :D
Un abrazo, cuidate...
Elena.E