I see that it is by no means useless to travel, if a man wants to see something new. Passepartout en Around the world in eighty days. JULES VERNE
Al día siguiente de llegar a Pagwi, después de una mañana de búsqueda estéril que me había preocupado, el dueño de la guest house me buscó una canoa que fuera hacia donde yo quería ir. Visitaría varias aldeas junto a varias enfermeras que trabajan para Save the Children, lo que me permitiría conocer su trabajo y tener acceso a las casas de la gente. Parecía una opción privilegiada y minutos después escribía en mi Moleskine "puedo volver a decir que he tenido suerte y que no hay nada mejor que tener tiempo y calma para que las cosas se solucionen".
El Mº de Asuntos Exteriores, en su web, recomienda no viajar a Papúa Nueva Guinea por la inseguridad en las ciudades y el peligro que suponen las luchas tribales. Hasta el momento había conseguido mantenerme al margen de los famosos "rascals", los delincuentes callejeros y de cualquier tipo de discusión por dinero. De hecho, parecía que el viaje acabaría sin incidentes y, el estar lejos de la civilización facilitaba las cosas.
Desde mi llegada a PNG mi experiencia no podía sino negar toda la negatividad que había escuchado; ni la más mínima señal de peligro o inseguridad, sino todo lo contrario.
Había quedado con Harry a las 8 de la mañana, pero eran las 10 y las enfermeras no aparecían. Yo me lo tomaba con calma y seguía leyendo The Bafut Beagles con un café en mano. Parecía que tendría que esperar al día siguiente para ir a ver las famosas aldeas del Sepik. La otra opción pasaba por alquilar un bote, pero eso costaba un dineral porque son casi 3 horas para llegar y la gasolina es muy cara. La única opción era esperar y a eso de las 12 me confirmaron que ese día no podría ser, pero que había una canoa que iba a donde yo quería y, además, el piloto aceptaba llevarme a las 3 aldeas por un precio más que razonable. Perfecto, pensé.
"Tolerance is a question of patience, and patience is a question of nerves and their nerves were strained. The tenth man. GRAHAM GREENE
Kevin, que así se llamaba el sujeto, me había dicho veinte veces que ya salíamos, así que se estaba haciendo pesado el saber que no era así, hasta que me cansé y tuvimos la siguiente conversación:
-Kevin, no me mientas más, cuando esté todo el mundo, nos vamos, no pasa nada, pero deja ya de mentirme y de contarme historias.
-Sori "Lobe", we go now, we have plenty time "Lobe"
Finalmente, cuando todo el mundo llegó del mercado, salimos. Eran las tres y media y en todo el trayecto no hacía más que repetirme que llegaríamos a tiempo. Después de 50 veces, Kevin me tenía bastante cansado y le tuve que pedir que se callara para evitar tirarle por la borda. Además, iba borracho perdido y no sólo no teníamos tiempo, sino que se paró en un poblado a comprar una garrafa de un licor local que no me atreví a probar.
Al final, como era de esperar, llegamos a mi destino a las 6, con muy poco tiempo para ir a donde yo quería porque allí anochece a eso de las 6.30, así que habría que darse prisa, pero aún había que llevar a dos personas a la otra orilla del río.
Mientras esperaba me entretenía visitando una aldea, la más remota en la que había estado y donde los niños pequeños lloraban al ver a un blanquito. Los niños jugaban a las canicas y los mayores no paraban de preguntarme. La verdad es que fue bastante interesante, pero al día siguiente tenía que estar en Pagwi de vuelta y me quedaba muy poco tiempo para visitar lo que quería.
Se hacía de noche y Kevin no volvía. Mi paciencia, después del caminito que me había dado, estaba al límite.
Cuando apareció, junto con algunos amigos, seguía con una castaña tremenda y no razonaba demasiado. Ya era tarde para hacer nada y lo único que me preocupaba era que a eso de las 4 de la mañana se le hubiera pasado y estuviera listo para volver, así que se lo dije con bastante tranquilidad, a pesar de las ganas que tenía de darle cuatro golpes. Todo iba bien hasta que le salió lo del dinero, momento en el que el tipo enfureció y se puso a pegarme gritos. Nunca me he pegado con nadie y aunque creo que le habría tumbado, la situación no era la mejor para estrenarme y menos en el lugar donde me encontraba y dependiendo de él para volver a la civilización, donde tenía que tomar 4 vuelos en un día para volver a Sydney.
No hizo falta que yo le pegara porque resultó que Kevin es de un poblado de la orilla opuesta y se odian a muerte desde el día en que un chaval, en una pelea con ellos, perdió un ojo. Antes de que me diera cuenta, se montó una batalla impresionante entre los dos poblados. A mi me metieron en la guest house para evitar males mayores, pero pude ir siguiendo las incidencias por una ventana y por lo que me iba contando un chaval que no paraba de entrar y salir para llevarse machetes y hasta unas lanzas.
Joder la que se ha montado por mi culpa, pensaba yo. Después de unos cuantos puñetazos, la pelea se tuvo que posponer al día siguiente porque Kevin había recibido un machetazo en el antebrazo y otro tipo uno en la pierna. Acababa de perder mi transporte de vuelta.
La verdad es que no pude dormir demasiado y a las tres de la mañana ya estaba en pie. Por suerte y aunque tuve que pagar más dinero, la gente del pueblo me ayudó y me llevaron de vuelta.
El hecho de no haber visto las tallas no me preocupaba, el viaje por el río y el haber visto esa aldea me parecían más que suficiente. Me había encantado y aunque incidente con Kevin era un punto negro en el viaje, no le daba mayor importancia, no me había pasado nada.
Estaba molesto conmigo mismo porque había cometido un error, le había adelantado el dinero de la vuelta a Kevin, algo que nunca hago y eso, aunque más de uno se ría, me molestaba bastante y ya no iba a tener oportunidad de recuperarlo así que, al llegar a la guest house, le dije que no tenía dinero suficiente pero que Kevin, que me debía dinero, se lo pagaría.
Pensaba que había colado, pero a los 10 minutos tenía allí a la policía reclamándome el dinero. Parecía que la historia nunca iba a acabar y sabiendo que le debía dinero al hombre de negocios del pueblo, no tenía muchas opciones de ganar, pero suele ocurrir que esta gente no sabe muy bien cómo reaccionar ante un hombre blanco y menos si es un hombre blanco que les plantea una serie de problemas que se convierten en su dolor de cabeza.
Mi planteamiento fue, en resumen, que yo pagaría mi deuda si ellos conseguían que Kevin me pagase lo que me debía más lo que yo había pagado por la gasolina para volver de allí y eso lo tenían que hacer antes de que llegase mi bus. Aún le dan vueltas a la historia, estoy seguro, pero yo no pagué nada más y recuperé casi todo mi dinero.
Necesitaba pasar mi últimos tres días descansando y recordé que la misionera me había hablado de Muschu Island. Palabra del Señor.
Ahí va una foto desde mi cabaña y otra con los regalos del último día que me hicieron los chavales del pueblo, 50 kilos de mangos y unos cuantos peces, lo más cercano al paraíso que he estado y un sitio perfecto para acabar mi visita a este gran país.
Ah, Lobe soy yo, aunque la mayor parte de las veces me llamaban algo así como Robert. Hace años que dejé de intentar que ningún guiri me llame por mi nombre.
A man should get used to standing alone early in his life. Isolation has a lot in his favour. ALEXANDER VON HUMBOLDT
Al día siguiente de llegar a Pagwi, después de una mañana de búsqueda estéril que me había preocupado, el dueño de la guest house me buscó una canoa que fuera hacia donde yo quería ir. Visitaría varias aldeas junto a varias enfermeras que trabajan para Save the Children, lo que me permitiría conocer su trabajo y tener acceso a las casas de la gente. Parecía una opción privilegiada y minutos después escribía en mi Moleskine "puedo volver a decir que he tenido suerte y que no hay nada mejor que tener tiempo y calma para que las cosas se solucionen".
El Mº de Asuntos Exteriores, en su web, recomienda no viajar a Papúa Nueva Guinea por la inseguridad en las ciudades y el peligro que suponen las luchas tribales. Hasta el momento había conseguido mantenerme al margen de los famosos "rascals", los delincuentes callejeros y de cualquier tipo de discusión por dinero. De hecho, parecía que el viaje acabaría sin incidentes y, el estar lejos de la civilización facilitaba las cosas.
Desde mi llegada a PNG mi experiencia no podía sino negar toda la negatividad que había escuchado; ni la más mínima señal de peligro o inseguridad, sino todo lo contrario.
Había quedado con Harry a las 8 de la mañana, pero eran las 10 y las enfermeras no aparecían. Yo me lo tomaba con calma y seguía leyendo The Bafut Beagles con un café en mano. Parecía que tendría que esperar al día siguiente para ir a ver las famosas aldeas del Sepik. La otra opción pasaba por alquilar un bote, pero eso costaba un dineral porque son casi 3 horas para llegar y la gasolina es muy cara. La única opción era esperar y a eso de las 12 me confirmaron que ese día no podría ser, pero que había una canoa que iba a donde yo quería y, además, el piloto aceptaba llevarme a las 3 aldeas por un precio más que razonable. Perfecto, pensé.
"Tolerance is a question of patience, and patience is a question of nerves and their nerves were strained. The tenth man. GRAHAM GREENE
Kevin, que así se llamaba el sujeto, me había dicho veinte veces que ya salíamos, así que se estaba haciendo pesado el saber que no era así, hasta que me cansé y tuvimos la siguiente conversación:
-Kevin, no me mientas más, cuando esté todo el mundo, nos vamos, no pasa nada, pero deja ya de mentirme y de contarme historias.
-Sori "Lobe", we go now, we have plenty time "Lobe"
Finalmente, cuando todo el mundo llegó del mercado, salimos. Eran las tres y media y en todo el trayecto no hacía más que repetirme que llegaríamos a tiempo. Después de 50 veces, Kevin me tenía bastante cansado y le tuve que pedir que se callara para evitar tirarle por la borda. Además, iba borracho perdido y no sólo no teníamos tiempo, sino que se paró en un poblado a comprar una garrafa de un licor local que no me atreví a probar.
Al final, como era de esperar, llegamos a mi destino a las 6, con muy poco tiempo para ir a donde yo quería porque allí anochece a eso de las 6.30, así que habría que darse prisa, pero aún había que llevar a dos personas a la otra orilla del río.
Mientras esperaba me entretenía visitando una aldea, la más remota en la que había estado y donde los niños pequeños lloraban al ver a un blanquito. Los niños jugaban a las canicas y los mayores no paraban de preguntarme. La verdad es que fue bastante interesante, pero al día siguiente tenía que estar en Pagwi de vuelta y me quedaba muy poco tiempo para visitar lo que quería.
Se hacía de noche y Kevin no volvía. Mi paciencia, después del caminito que me había dado, estaba al límite.
Cuando apareció, junto con algunos amigos, seguía con una castaña tremenda y no razonaba demasiado. Ya era tarde para hacer nada y lo único que me preocupaba era que a eso de las 4 de la mañana se le hubiera pasado y estuviera listo para volver, así que se lo dije con bastante tranquilidad, a pesar de las ganas que tenía de darle cuatro golpes. Todo iba bien hasta que le salió lo del dinero, momento en el que el tipo enfureció y se puso a pegarme gritos. Nunca me he pegado con nadie y aunque creo que le habría tumbado, la situación no era la mejor para estrenarme y menos en el lugar donde me encontraba y dependiendo de él para volver a la civilización, donde tenía que tomar 4 vuelos en un día para volver a Sydney.
No hizo falta que yo le pegara porque resultó que Kevin es de un poblado de la orilla opuesta y se odian a muerte desde el día en que un chaval, en una pelea con ellos, perdió un ojo. Antes de que me diera cuenta, se montó una batalla impresionante entre los dos poblados. A mi me metieron en la guest house para evitar males mayores, pero pude ir siguiendo las incidencias por una ventana y por lo que me iba contando un chaval que no paraba de entrar y salir para llevarse machetes y hasta unas lanzas.
Joder la que se ha montado por mi culpa, pensaba yo. Después de unos cuantos puñetazos, la pelea se tuvo que posponer al día siguiente porque Kevin había recibido un machetazo en el antebrazo y otro tipo uno en la pierna. Acababa de perder mi transporte de vuelta.
La verdad es que no pude dormir demasiado y a las tres de la mañana ya estaba en pie. Por suerte y aunque tuve que pagar más dinero, la gente del pueblo me ayudó y me llevaron de vuelta.
El hecho de no haber visto las tallas no me preocupaba, el viaje por el río y el haber visto esa aldea me parecían más que suficiente. Me había encantado y aunque incidente con Kevin era un punto negro en el viaje, no le daba mayor importancia, no me había pasado nada.
Estaba molesto conmigo mismo porque había cometido un error, le había adelantado el dinero de la vuelta a Kevin, algo que nunca hago y eso, aunque más de uno se ría, me molestaba bastante y ya no iba a tener oportunidad de recuperarlo así que, al llegar a la guest house, le dije que no tenía dinero suficiente pero que Kevin, que me debía dinero, se lo pagaría.
Pensaba que había colado, pero a los 10 minutos tenía allí a la policía reclamándome el dinero. Parecía que la historia nunca iba a acabar y sabiendo que le debía dinero al hombre de negocios del pueblo, no tenía muchas opciones de ganar, pero suele ocurrir que esta gente no sabe muy bien cómo reaccionar ante un hombre blanco y menos si es un hombre blanco que les plantea una serie de problemas que se convierten en su dolor de cabeza.
Mi planteamiento fue, en resumen, que yo pagaría mi deuda si ellos conseguían que Kevin me pagase lo que me debía más lo que yo había pagado por la gasolina para volver de allí y eso lo tenían que hacer antes de que llegase mi bus. Aún le dan vueltas a la historia, estoy seguro, pero yo no pagué nada más y recuperé casi todo mi dinero.
Necesitaba pasar mi últimos tres días descansando y recordé que la misionera me había hablado de Muschu Island. Palabra del Señor.
Ahí va una foto desde mi cabaña y otra con los regalos del último día que me hicieron los chavales del pueblo, 50 kilos de mangos y unos cuantos peces, lo más cercano al paraíso que he estado y un sitio perfecto para acabar mi visita a este gran país.
Foto tomada desde el balcón de la cabaña. |
Ah, Lobe soy yo, aunque la mayor parte de las veces me llamaban algo así como Robert. Hace años que dejé de intentar que ningún guiri me llame por mi nombre.
Los mangos y el pescado que, con ese artilugio, capturaron los chavales de sMuschu. Al fondo, mi cabaña |
A man should get used to standing alone early in his life. Isolation has a lot in his favour. ALEXANDER VON HUMBOLDT
No te puedes quejar, eh?? Aventuras para recordar cuando seas viejito...;-)
ResponderEliminarToni (con n de Espana que en el teclado de Marruecos aun no la he encontrado..)