miércoles, 20 de abril de 2011

Tongariro Alpine Crossing o Mordor en color

Como iba diciendo, nada parece lo que es y Mordor o, lo que es lo mismo, el Parque Nacional del Monte Tongariro, no es la excepción. Tan sólo hay que deshacer la opción de blanco y negro y Mordor se convierte es una espectacular zona volcánica que, como las fotos atestiguan, sigue activa, tan activa que la última erupción se produjo en el 2007. De hecho, las mediciones actuales indican que en breve se producirá un importante incremento de la actividad en el Monte Ruapehu que podría dar lugar a una nueva fiesta con fuegos artificiales y lanzamiento de barro y piedras varias.

Mount Ruapehu
Para llegar allí se ha de hacer el Tongariro Alpine Crossing que ha sido, con unos 20 kms. y más de 2000 metros de desnivel acumulado, el trekking más fuerte que he hecho en NZ. 



Son casi 7 horas de paisajes espectaculares donde se ven varios tipos de cráteres volcánicos, fumarolas, lagos con el agua turquesa, páramos desolados donde no crece ni el arbusto más aguerrido, ríos solidificados de lava, una catarata, el nacimiento de un arroyo y el contraste de la nieve con las rocas rojas o negras en la copa de los volcanes.

El camino es extenuante y bastante exigente con las piernas por el tipo de terreno, plagado de piedras sueltas, por lo incómodo de las pendientes de bajada y lo cansado de las subidas. A esto se le une el efecto castigador del sol en altura (1900 metros), el frío y, en muchos casos, un viento que te taladra la piel y te hiela los huesos.

Sin embargo, la recompensa visual es tal, tan variada y tan diferente a lo que había visto hasta ahora, que compensa de largo todo el esfuerzo realizado y el dolor que, al día siguiente, sientes en medio centenar de músculos.


 No sé si esto ya lo he dicho 10 veces pero quizás ha sido el sitio más espectacular en el que he estado en toda NZ, esta vez en color, lo dejan bastante claro.


Running of the sheep
El día después amanecí en Te Kuiti, autodenominda capital mundial del arte de esquilar ovejas y donde se celebra una fiesta que comparan con los “sanfermines”, de los que se ríen, en la que los asistentes corren delante, o entre medias de 2000 ovejas cuyo destino final es ser esquiladas. No pude asistir pero viendo lo rurales que son por aquí, supongo que debe ser una fiesta de alto riesgo. Casi prefiero enfrentarme a un toro que a un grupo de neozelandeses sedientos.

Black and white water rafting
A partir de ahí, me he dedicado al rafting indoor, es decir, en una cueva, en Waitomo y al outdoor en un río con rápidos de clase V y el mayor salto del mundo (o al menos eso dicen), 7 metros que superamos sin romper nada y tragando sólo un par de litros de agua, pero eso os lo cuento otro día para que no penséis que todo son alegrías en este viaje. De hecho, esos tragos involuntarios de agua de río me tuvieron tocado el estómago todo el día.





sábado, 16 de abril de 2011

Nada parece lo que es

Ayer, al llegar, me extrañé porque me pareció que el sol no se estaba poniendo por el
Oeste. Estaba cansado del viaje y lo achaqué a un posible error de la brújula, pero sabía perfectamente dónde estaba el norte porque llevaba viendo la montaña que tenía
enfrente desde hacía muchos kilómetros y yo venía desde el sur de la isla.

Esta mañana me dolía la cabeza. Ese olor tan fuerte a azufre no me ha dejado dormir y la luz que me ha despertado era diferente a la de otros días, mucho más fuerte y de un color rojizo atardecer, a pesar de que el cielo estaba cubierto. He salido de la habitación y, al mirar a mi alrededor, no recordaba nada de lo que veía. No había nadie en la calle, como suele ser habitual, pero tampoco me sonaban ni las casas ni el paisaje que me rodeaba.

He empezado a caminar y, de repente, un cartel no ha hecho sino sumirme aún más en una tremenda confusión. ¿Pearl Harbour? No entiendo nada. 
De hecho, varias cosas extrañas han estado pasando en estos últimos días según me acercaba a este lugar, pero de eso me doy cuenta ahora. No es posible pasar tan rápidamente del paralelo 45º al 39º, ni de una zona con un clima subtropical a una tan árida en la que sólo crecen arbustos. Hasta ahora no era consciente de ello ni había sido capaz de verlo tan claro, pero ya no me queda duda.

-¿Te has dado cuenta de que estamos en Mordor, donde nada parece lo que es?
-Querrás decir, "donde nada es lo que parece"
-He querido decir lo que he dicho, nada parece lo que es.








Dedicado a mi gran amigo David Pacheco, Mariscal de las calles de Moratalaz.

A uno le enseñan a pensar en largo plazo, pero la realidad es que la vida es el presente y no hay más. ELENA EASTMAN