miércoles, 7 de diciembre de 2011

Perú: Paseando por los Andes


"El mundo es de quien nace para conquistarlo y no de quien sueña que puede conquistarlo". (Fernando Pessoa) 
Afortunadamente casi nada estaba planificado de antemano en este viaje y eso me ha permitido el ir improvisando la ruta, quedarme semanas enteras leyendo en la terraza de una cabaña o, en el último caso, pasar unos cuantos días en Perú. A pesar de todas las sugerencias recibidas, este país estaba totalmente descartado porque no quería ir a demasiados sitios y que ello me impidiera verlos sin prisas.
Sin embargo, las ganas de ver a algunos amigos me ha hecho incumplir los planes iniciales y finalmente he ido a unos cuantos países que no figuraban en mi carta de navegación, aunque he de decir que todos esos re-encuentros, algunos después de 10 años, han sido grandiosos y, sólo de pensarlo, me emociono por la ilusión que me ha hecho.
La verdad es que, cuando lo cuento, el comentario habitual es "tienes amigos repartidos por todo el mundo". Sí, se ve que tengo unos cuantos amigos con espíritu nómada. Ahora sólo falta que los que se han quedado o no se han animado aún, lo hagan y se pasen por aquí para estar unos días conmigo. Si hay algo que echo de menos, es a los amigos.

Decía que a Perú no lo tenía contemplado inicialmente pero es de justicia decir que, hasta ahora, ha sido la gran sorpresa, quizás por inesperada, del viaje. Ya sabía que Nueva Zelanda me impresionaría, tal como lo hizo, pero lo de Perú me deja un sabor amargo por no poder disponer de más tiempo, quizás dos o tres meses, para poder ver todos esos sitios a los que me habría encantado ir. Quizás esto me obligue a retrasar mi supuesto regreso unos cuantos meses porque no sólo me quedo con muchas ganas de Perú, sino que me guardo para otro momento Ecuador y Bolivia y calculo que sólo esos tres países me pueden llevar un año, especialmente si me propongo ese sueño de navegar por el Amazonas.
Me voy fascinado por el Camino del Inca y el Valle Sagrado, por ese trekking que durante cuatro días te lleva a través de montañas que parecen inconquistables, picos que rozan los 6000 metros y que, durante muchos años han escondido las ciudades de los legendarios incas, ese pueblo que en cien años conquistó territorios desde Ecuador a Argentina. El camino no es apto para todo el mundo, aunque lo que lo complica no es tanto la distancia recorrida como el hacerlo a esa altura en la que sólo los locales se encuentran cómodos. Las subidas y, sobre todo, las bajadas de miles de metros por minúsculos escalones de piedra te destrozan las rodillas, pero el paisaje que te rodea en todo momento compensa cualquier sufrimiento y el mate de coca supongo que ayuda a superar el mal de altura que casi acaba con la mitad de mis compañeros de subida.


Camino del Inca
La llegada a Machu Picchu, largamente esperada, es espectacular. Se hace a través de la Puerta del Sol, a unos 2800 metros, lo cual te regala una buena panorámica de las ruinas. Sin embargo, es cuando se empieza a bajar hacia lo que queda de esta ciudad cuando uno es consciente de dónde se encuentra y donde la panorámica es más impresionante. No, no hablo de las ruinas porque, en realidad, éstas no me han cautivado ni una décima parte de lo que lo ha hecho el entorno, el lugar donde fue construida la ciudad.
Camino del Inca
Machu Picchu 
Machu Picchu
Todos somos normales, solo que algunos se permiten soñar cosas grandes. Karla Wheelock, primera mujer alpinista latinoamericana en subir al Everest.
En realidad, son estos paisajes tan abrumadores los que me han ganado. Eso y la gente.

Todos los paisajes que he visto aquí son extremos. Las inmensas montañas verdes del camino al Machu Picchu dejan paso a la aridez de los nevados que vigilan el Valle Sagrado, montañas donde sólo sobreviven las plantas más resistentes. Por encima de 3000 metros y con variaciones de temperatura en un sólo día de más de 30º, la gente y las plantas deben estar muy bien preparadas. Lo sorprendente es comprobar que muchos habitantes de la zona parece que han cambiado poco su calidad de vida desde que los españoles arrancaron brazos y piernas al último rey Inca.

Cañón del Colca
El trayecto de Cuzco a Arequipa, once horas, se presentaba como un pesado viaje en bus. Sin embargo no se me hizo nada largo. Casi todo el camino discurre a través del altiplano, La Puna, a más de 4000 metros, donde no hay nada, absolutamente nada durante kilómetros, salvo algunos poblados que te hacen pensar quién tuvo la idea de establecerse allí. La carretera sube hasta 4900 metros que se notan porque se siente una presión en el pecho que te impide respirar con normalidad.
Volcán El Misti
La Puna a 4800 metros de altitud
Sol que abrasa la piel por el día, frío y viento por la noche. Ríos de color azul plomo y algún nevado. Allí no crece nada.

Por último, hoy me he despertado en medio del desierto que sirve de frontera entre Perú, el mar y Chile. No son dunas, es uno de los desiertos más áridos del mundo, el último espectáculo que he visto en Perú. Me voy con ganas de más, pero llego a Chile, quizás el país que más ganas tenía de ver desde hace muchos años.

Por cierto, no llevaba ni diez minutos en la terminal de buses cuando me ha cagado una paloma. Esto promete.
El progreso no sólo significa muchos colegios, hospitales y carreteras. También, y acaso, sobre todo, esa sabiduría que nos hace capaces de diferenciar lo feo de lo bello, lo inteligente de lo estúpido, lo bueno de lo malo y lo tolerable de lo intolerable que llamamos cultura. Mario Vargas Llosa.

martes, 6 de diciembre de 2011

No hay nada más atractivo que lo indescifrable. Cuzco, Perú

Era este paisaje lunar y las caras cobrizas, desabridas, de las mujeres y hombres que los rodeaban. impenetrables, la verdad. Muy diferentes de las que habían visto en Lima, caras de blancos, de negros, de mestizos, con los que, mal que mal, podían comunicarse. Pero de la gente de la sierra lo separaba algo infranqueable. Varias veces había intentado conversar en su mal español con sus vecinos, sin el menor éxito. «No nos distancia una raza sino una cultura» Lituma en los Andes (Mario Vargas Llosa)
Para llegar de Lima a Cuzco se puede disfrutar de unas 24 horas en bus o pagar por ir en avión, que es más cómodo, pero nadie te informa de la aventura que te espera y de lo que ocurre al llegar.

La aproximación, desde unos 20 minutos antes de llegar, se hace sorteando montañas que alcanzan los 6000 metros. El avión se introduce en un valle y a ambos lados puedes ver enormes moles con las que parece que vamos a chocar en cada momento. El capitán hace girar el aparato como si se tratara de un videojuego. Lo que se ve más abajo es pura montaña, no queda espacio llano alguno y empiezo a preguntarme si la azafata se va a poner a repartir paracaídas porque es imposible que aquí hayan podido encontrar espacio suficiente como para construir un aeropuerto.
Sin embargo, el comandante acaba de anunciar que vamos a tomar tierra y delante parece que el valle en el que estábamos metidos se ensancha. Quizás sí que pudieron construir un aeropuerto, pero yo no lo veo.
Aún no me he bajado y ya tengo un dolor de cabeza tremendo. Sabía que la altura me haría efecto, pero no ha esperado ni a que ponga pie en tierra. He llegado a Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca. Estoy a 3499 metros de altitud.
El primer día me lo paso haciendo todo lo que no se debe hacer y, en vez de descansar y tomármelo con calma, me paseo por la ciudad, arriba y abajo, buscando cómo llegar a Machu Picchu. La sensación en mi cabeza es bastante extraña, pero donde más lo siento es en el pecho, como si los pulmones funcionaran a medio gas. El dolor de cabeza es diferente a un dolor normal pero lo que más me preocupa es comprobar que sólo con subir dos escalones me canso como si hubiera subido toda una montaña, se me acaba el aire o mis pulmones no lo procesan.
En tres días partiré para el Camino del Inca y no dejo de pensar si me voy a aclimatar a tiempo y no me va a afectar el mal de altura, aunque lo que siento más difícil es poder caminar durante horas cuando ahora no soy capaz de dar dos pasos sin agotarme. Además, hace frío, me siento destemplado y tengo los mismos síntomas que siento justo antes de caer con gripe.
Y ahí estaba, en el horizonte de la Cordillera, donde las piedras y el cielo se tocaban, esa coloración extraña, entre violeta y morada y que era para él el color mismo de los Andes, de esta sierra tan misteriosa y tan violenta. Lituma en los Andes (Mario Vargas Llosa)

La solución que me recomendaron pasaba por tomar mate de coca y eso es lo que hice, todos los días varias "dosis" que me fueron aliviando. Ya no sentía la opresión el pecho, aunque el cansancio al subir escaleras no se me fue.

Después de varios mates, cuando ya me encontré mejor, me empecé a fijar con más calma en las hojas de coca y descubrí que son exactamente iguales que las de esas plantas que IKEA vende a 3.99€. No me extrañaría que estos tipos hayan organizado una confabulación mundial para adormecer al planeta. Por favor, que alguien me saque de la duda y se haga una infusión en casa con unas cuantas hojas de esas y me cuente  los efectos.


–¿Qué tiene el Perú que despierta esas pasiones en algunos extranjeros? – se asombró Bali-. No nos lo merecemos. –Es un país que no hay quien entienda -se rió Escarlatina-. Y no hay nada más atractivo que lo indescifrable, para gente de países claros y transparentes como el mío. Lituma en los Andes (Mario Vargas Llosa)

sábado, 26 de noviembre de 2011

El regreso...a Costa Rica

"Vive tu vida como si subieras una montaña. De vez en cuando mira hacia tu alrededor y admira las cosas bellas en el camino. Sube despacio, firme y disfruta cada momento hasta llegar a la cumbre."
Harold V. Melchert
Hace unos días que dejé Costa Rica, ese país que presume de no tener ejército y de ser el más feliz del mundo, aunque viendo que los guatemaltecos, que no tienen mucho de qué alegrarse, están en el cuarto lugar, no tengo muy claro que este índice sea demasiado de fiar.
Volcán Arenal
Este país ha sido ejemplo en todo Latinoamérica por su nivel de desarrollo y de seguridad, a pesar de no contar con ejército desde 1948. Sin embargo, últimamente se está produciendo una "centroamericación", si es que esta palabra existe, que está preocupando a todo el mundo. La inseguridad se ha disparado en los últimos 20 años y esto ha sido en gran parte debido a que el 80% del tráfico de cocaína pasa por este país camino a México, Estados Unidos o España. El problema es que ahora parte de ese tráfico se queda en el país, lo que ha conducido a la aparición de un fenómeno delictivo antes desconocido. La gente ya no se siente tan segura y todas las casas están valladas y con verjas. Recomiendo a todo el mundo que vea la película El Regreso, la primera película costarricense que ha tenido cierto éxito a nivel internacional, donde se puede ver la reacción de una persona que vuelve al país después de nueve años. Yo he regresado después de 10, o quizás sean 9 años y también me han sorprendido unas cuantas cosas.
Parque Nacional Cahuita
A pesar de todo, Costa Rica sigue siendo un país espectacular, con una enorme biodiversidad y gran parte de su territorio protegido, no sólo por el Gobierno, sino por los propios ciudadanos, que son muy conscientes de los negativos efectos que puede tener no proteger su propio territorio. De ello está teniendo buena muestra una empresa española cuyo nombre no revelaré, pero diré que lleva mucho tiempo en posición monopolística obstaculizando el libre desarrollo del mercado y de la competencia, se suele equivocar en las facturas y se mueve en el mundo de la telefonía. No doy más datos, a ver si alguien va a adivinar de quién hablo.
P.N. Caño Negro
Como era de esperar y dado que aquí no hay ejército, mi esperado problema con las fuerzas del orden tuvo lugar con la policía de tráfico. Esta vez fue un control en el que me pararon por exceso de velocidad. El agente empezó a rellenar los datos de la multa, que ascendía a 450€ a pagar en el momento. Después del teatro de turno, que yo había descartado pensando que estaba en un país serio, uno de ellos le dijo al otro "¿no puedes ayudar a este joven de alguna manera?". Al final le ofrecí $20 jurando que era lo único que tenía y cuando se los di, le pedí que me diese el papel donde había anotado los datos de mi pasaporte. Yo le dije "dame ese papel, que no quiero sorpresas y que me acabe llegando la multa a la empresa de alquiler", a lo que el agente me contestó "pero, ¿qué se ha pensado? yo soy una persona seria y honesta".

Cuando un policía que se está dejando sobornar por $20 se pone digno, afirma y se cree que es una persona seria y honesta, significa que algo va mal. Por suerte, Costa Rica sigue estando en los primeros puestos en lo que a democracia, libertad de prensa o desempeño ambiental se refiere. Espero que no se relajen.
Otra muestra más de la biodiversidad y la abrumadora naturaleza
Sólo me queda confirmar que ha quedado claro que abandono la práctica profesional del surf. Un deporte que consiste en pasarse horas en el agua para disfrutar 15 segundos, en el que eres atacado por las medusas, y cuando pillo una ola me voltea, me centrifuga y me hace tragar 4 litros de agua, no ne divierte. De ahora en adelante buscaré la clasificación para los Juegos Olímpicos de Rio 2016. El deporte que he elegido es el kitesurf, pero no tengo claro aún a qué país representaré. ¿Burundi, Swazilandia, San Marino?
Yo siempre tiendo a ser optimista porque pienso que la Historia es cíclica y que hay ciclos de una cosa y luego los hay de la contraria, pero empiezo a perder la esperanza porque llevamos un ciclo demasiado largo de... de entontecimiento generalizado. Javier Marías

martes, 1 de noviembre de 2011

Un año sin trabajar. ¿Y ahora qué hago?

Ahora me debato y lucho para reintegrarme a la sociedad, ya sabes, a tener que ser una persona de bien, dejar de andar huyendo por el mundo como dicen algunos, empezar a sembrar el futuro pues no tengo naaaada Ja! en fin... todas estas cosas que la gente dice que es lo correcto...Dorana Albert
Ayer, justo cuando se cumplía oficialmente un año desde que dejé de trabajar, una paloma me cagó en el hombro derecho. Este suceso, que a cualquiera le hubiera contrariado, a mi me hizo sonreír, porque sabía que no era un hecho aislado, sino una señal de ahí arriba que me avanzaba que lo bueno no había hecho nada más que empezar y que el segundo año de este peregrinaje por el mundo, sería aún mejor.

Hace meses que me di cuenta que no me apetece volver a trabajar, al menos tal como lo hacía hasta hace un año, o un poco antes, pero como mi tío el millonario aún no me ha confirmado que me vaya convertir en heredero universal, durante estos meses he tenido que ir pensando en cómo ganarme la vida en cuanto se me acaben los amigos que me dejan ocupar sus casas y me dan de comer.

No he descartado algunas ideas que tengo en mente desde hace años, como la del garden donde vender gnomos a las señoras, vigilante de museo, ni otras alternativas que no voy a desvelar para que nadie se me adelante, pero este viaje tenía que servir también para estudiar nuevas alternativas. A todos esos que piensan que llevo todo el año sin hacer nada, me permito decirles que se equivocan porque siempre estoy alerta y en busca de ideas y prueba de ello son estas fotos explicativas de algunos negocios que he barajado. Espero vuestros comentarios para ver si me ayudáis a elegir mi futuro profesional:

Quizás podría comprar un taxi y así me pasaría el día de cháchara con los clientes y escuchando música, pero de todos es conocido que odio a los taxistas
Esto es pura diversificación, este negocio no puede fallar. Comer y tomar copas, parece un sitio diseñado para mi
Otro éxito seguro, pensé, lo malo es que en Costa Rica no hay ejército, pero ya me veía yo con la Karcher todo el día
Todos los negocios anteriores me han parecido excelentes opciones para ganarme la vida, pero ninguno me convence del todo, así que pensé en que la profesión que mejor se adapta a mi situación actual era la de socorrista playero. Todo el día en bañador, con un mojito en la mano y hablando con los turistas. Si se les da por empezar a ahogarse, planto la bandera roja permanente y abro un chiringuito.
Me puse a buscar información sobre cómo llegar a ser Lifeguard y me encontré con una entrevista al mismísimo David Hasselhoff que me ha enfriado la idea.

La vida es una continua sorpresa y, si el primer año ha sido buena, la paloma cagona no puede traerme sino suerte, así que seguiré buscándola por el cono sur, motivo por el cual he decidido que dedicaré este segundo año a ver si encuentro alguna profesión interesante. Se aceptan sugerencias.
Mucha suerte a todos
Dedicado a Nacira
En el mundo de la industria hay gente a la que le gusta su oficio pero no le encuentra sentido. Gente que ha crecido profesionalmente muy deprisa y al llegar a los 40 años se pregunta: ¿y ahora qué? François Marty, emprendedor.

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Por qué siempre tengo problemas en las fronteras? Capítulo 7. Se acabó el jamón.

Dibujo regalo de Jimena
Buscad la belleza ahí fuera, porque es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo” Ramón Trecet
El autobús acaba de parar y todo el mundo está bajando en la que parece la última parada. Tan pronto como pongo el pie en  tierra siento un golpe de realidad: de nuevo estoy en camino.

Son las 6 de la mañana y apenas he dormido, llueve bastante y hasta hace un poco de frío. El bus me ha dejado en medio de la  calle, no en una estación de autobuses, y apenas hay movimiento, las tiendas aún están cerradas. Estoy en Changuinola, la  última población panameña antes de la frontera con Costa Rica. Todas las ciudades fronterizas que conozco tienen un ambiente retador y desafiante y si lo normal en un país pobre es que la  gente intente sacar provecho de los visitantes blanquitos, esta ley no escrita se tatúa al nacer en la piel de la gente que  vive cerca de una frontera.


Hasta llegar a Changuinola he pasado diez horas en un bus que más bien parecía un camión frigorífico. Por cierto, y este es  otro de los grandes misterios de la humanidad, ¿por qué en todos los países tropicales los buses tienen el aire acondicionado  en modo "crionización"?
Grandioso este diablo rojo panameño
Aún tendré que coger dos o tres buses y pasar dos puestos fronterizos antes de llegar a mi destino, así que el panorama que  se me presenta es bastante desapacible. Sin embargo, a mi me encanta esta situación, esta vuelta a la realidad que me atrae, a una forma de viajar que no es la más cómoda, pero que me permite interactuar con los locales y conocer mejor cómo viven. vuelvo a sentir que estoy viajando.
Qué pena que no podré ir a ver cómo se trata a las brujas
Después de unas semanas visitando a grandes amigos, disfrutando de sus cuidados, comidas caseras y toallas perfumadas, en  unas horas he pasado de vivir bajo el amparo de hogares civilizados donde me han dado jamón y lentejas para comer, a la dura  vida del mochilero solitario, aunque esto lo comento para ver si arranco alguna lágrima entre los que me siguen. La verdad es  que no me puedo quejar porque, aunque haga mal tiempo, estoy en una cabaña a uno 25 metros de la playa y me duermo escuchando  el sonido de las olas.
Panamá City skyline
Antes de que todo sucediera, pensaba que lo complicado sería coger los buses a tiempo y no llegar derrengado y demasiado  tarde, pero la realidad, de nuevo, me hizo ver que nunca hay que bajar la guardia porque no sabes de dónde te pueden llegar  los problemas. 
El río Changuinola en la frontera
En Changuinola cogí un bus que me dejó en la misma frontera, un puente sobre el río en el que no había nadie porque, señores,  la frontera estaba cerrada hasta las 8. En ese momento pensé en cruzar el puente andando porque, pensándolo, no necesitaba  nada del puesto panameño, el sello de salida no me iba a hacer falta para nada. Sin embargo, decidí quedarme escribiendo  mientras veía cómo los locales cruzan sin ningún problema. 


Finalmente, cuando llegó el funcionario, a eso de las 7.30, le  pedí si me podía sellar para que puediera seguir mi camino pero su respuesta fue que no se podía, que tenía que encender la  computadora y programarla antes de poder hacerlo. Casi me caigo al río de la risa que me dio, pero me contuve y esperé.
Puente que separa Panamá de Costa Rica en Sixaola
Sin embargo, al llegar al lado costarricense me encontré con la sorpresa inesperada. La funcionaria, después de preguntarme  por mi destino, me exigía un billete de salida del país, una norma que me había conseguido saltar al llegar a EEUU, la  frontera por excelencia, me impedía entrar en el país más feliz del mundo, que me tocaba las narices por un requisito que  aplica a todo el mundo, pero que a ojos de un blanquito parecía un impuesto revolucionario. Lo sigo pensando pero también  pienso que lo mismo hacemos nosotros cuando ellos llegan a nuestro país, así que se cumplió el "donde las dan..." y compré un  billete que me costó $15. Eso sí, pude pasar la frontera sin ningún problema para comprarlo. La próxima vez, me doy a la  fuga.


En realidad, lo que más me dolió fue un tipo que me llamó "gringo". Según se dió la vuelta la vuelta le amenacé de muerte si volvía a insultarme y nos hicimos amigos porque era muy grande y se fue contento pensando que Costa Rica va a ganar 3-0 a España el próximo día 15.


Finalmente llegué a Puerto Viejo de Limón, un pueblo en el que ya estuve hace diez años, cuando aún no tenía ni carnet de  conducir. Qué buenos tiempos aquellos...y estos.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the  results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most  important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become.  Everything else is secondary. Steve Jobs
PD: Esto se lo dedico a mi amigo Pierre, que es más grande que Steve Jobs, un verdadero ejemplo para la humanidad y la primera persona que conozco que ha pedido que le degraden a cambio de que sus jefes dejen de tocarle las pelotas. Enhorabuena!!!
Diablo rojo en Panamá

jueves, 13 de octubre de 2011

Accidentada salida de Asia...y llegada al imperio americano



Gunung Mulu - Borneo - Malasia

Mi periplo por la zona no ha tenido nada que ver finalmente con lo poco que tenía planeado antes de llegar, de lo cual me alegro. Gracias a Tony Fernandes (9 vuelos con Air Asia) me he movido entre islas y países con gran facilidad y sin problemas de ningún tipo. He recibido a los amigos que venían a verme o a viajar conmigo, me he movido con gente que he conocido por el camino, he organizado un cumpleaños sorpresa con gente que llegaba de tres países diferentes y he podido llegar a las famosas selvas de Borneo.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que era preciso un cambio en mi vida, tenía que cruzar el Océano Pacífico y llegar "al otro lado", pero eso implicaba el riesgo de aterrizar en el inhóspito territorio imperial.

Después de unos cuantos meses por la zona tocaba continuar con la ruta y abandonar el territorio arroz. Mis ojos empezaban a estar como cansados, se empezaban a cerrar y me había empezado a crecer un extraño pliegue en la comisura de los ojos.
The Pinnacles - P.N. Mulu - Borneo - Malasia

¿Por qué el 99% de los agentes de inmigración son emigrantes?

Lo sé, porque con el tiempo se convierten en los más racistas y fieros guardianes de las fronteras, prestos a evitar que ningún otro extranjero pueda tener la oportunidad de quedarse a vivir en el maldito país que a ellos tan difícil se lo puso.

Odio las fronteras, las aduanas y cualquier control policial, pero lo de llegar a los EE.UU es un acto en el que hay que tragar mucha saliva, guardarse las manos en los bolsillos y evadir tu mente para que que no te den ganas de saltar por encima del mostrador, agarrar al policía y le hagas tragar el teclado y el monitor sin agua.

Después de jurar por vigésima vez que no llevas bombas encima, que no quieres matar a Obama ni tuviste nada que ver con los nazis, que el analfabeto te empiece a preguntar dónde están todos los países de los que tengo un sello en el pasaporte y te diga ¿has estado en Papúa Nueva Guinea? sólo por preguntar a la vez que decide si te deja entrar o no, me pone un poco nervioso. En cualquier país, si el agente ve un visado en el pasaporte, asume que se ha estado allí. Aquí me preguntó por todos los sellos. Paciencia, mucha paciencia después de 12 horas de vuelo. Además, pensaba yo, si no sabes ni dónde está, y probablemente es la primera vez que lees ese nombre ¿qué más te da si he estado o no?

Claro que en este país no se puede asumir nada porque los criterios de lo que es normal o aceptable no tienen nada que ver con lo que le pueda parecer a una mente europea y, a la vez que en los aeropuertos te someten a interminables controles y te hacen contestar a absurdas preguntas sobre tu pasado nazi aunque tengas 5 años, a nadie parecía extrañarle lo que a mi casi me provoca tirarme al suelo hace unos días, un tipo paseando por la calle con una metralleta al hombro.

Escenas como las del paranoico control de la seguridad de los aeropuertos conviven con muestras de una inocencia que me desconciertan. Al ir a pagar ayer con mi tarjeta de crédito, el dependiente la mira, me mira a mi y muy serio, como si fuera la prueba de seguridad más efectiva que hay, me pregunta mirando a la tarjeta ¿cómo te llamas?. Gonzalo, contesto. OK, como asumiendo que la tarjeta es mía.

¿Para qué tanta seguridad si luego cualquiera puede entrar y salir de la zona de recogida de equipajes de los aeropuertos?

Os dejo con una conversación real que le ocurrió a un amigo en el aeropuerto de Miami:


Su visado no le permite salir del país, así que le van a deportar a México.
Pero si yo no soy mexicano.
¿De dónde es usted?
Yo soy de Madrd, español.
Pues eso, a México deportado.