sábado, 22 de octubre de 2011

¿Por qué siempre tengo problemas en las fronteras? Capítulo 7. Se acabó el jamón.

Dibujo regalo de Jimena
Buscad la belleza ahí fuera, porque es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo” Ramón Trecet
El autobús acaba de parar y todo el mundo está bajando en la que parece la última parada. Tan pronto como pongo el pie en  tierra siento un golpe de realidad: de nuevo estoy en camino.

Son las 6 de la mañana y apenas he dormido, llueve bastante y hasta hace un poco de frío. El bus me ha dejado en medio de la  calle, no en una estación de autobuses, y apenas hay movimiento, las tiendas aún están cerradas. Estoy en Changuinola, la  última población panameña antes de la frontera con Costa Rica. Todas las ciudades fronterizas que conozco tienen un ambiente retador y desafiante y si lo normal en un país pobre es que la  gente intente sacar provecho de los visitantes blanquitos, esta ley no escrita se tatúa al nacer en la piel de la gente que  vive cerca de una frontera.


Hasta llegar a Changuinola he pasado diez horas en un bus que más bien parecía un camión frigorífico. Por cierto, y este es  otro de los grandes misterios de la humanidad, ¿por qué en todos los países tropicales los buses tienen el aire acondicionado  en modo "crionización"?
Grandioso este diablo rojo panameño
Aún tendré que coger dos o tres buses y pasar dos puestos fronterizos antes de llegar a mi destino, así que el panorama que  se me presenta es bastante desapacible. Sin embargo, a mi me encanta esta situación, esta vuelta a la realidad que me atrae, a una forma de viajar que no es la más cómoda, pero que me permite interactuar con los locales y conocer mejor cómo viven. vuelvo a sentir que estoy viajando.
Qué pena que no podré ir a ver cómo se trata a las brujas
Después de unas semanas visitando a grandes amigos, disfrutando de sus cuidados, comidas caseras y toallas perfumadas, en  unas horas he pasado de vivir bajo el amparo de hogares civilizados donde me han dado jamón y lentejas para comer, a la dura  vida del mochilero solitario, aunque esto lo comento para ver si arranco alguna lágrima entre los que me siguen. La verdad es  que no me puedo quejar porque, aunque haga mal tiempo, estoy en una cabaña a uno 25 metros de la playa y me duermo escuchando  el sonido de las olas.
Panamá City skyline
Antes de que todo sucediera, pensaba que lo complicado sería coger los buses a tiempo y no llegar derrengado y demasiado  tarde, pero la realidad, de nuevo, me hizo ver que nunca hay que bajar la guardia porque no sabes de dónde te pueden llegar  los problemas. 
El río Changuinola en la frontera
En Changuinola cogí un bus que me dejó en la misma frontera, un puente sobre el río en el que no había nadie porque, señores,  la frontera estaba cerrada hasta las 8. En ese momento pensé en cruzar el puente andando porque, pensándolo, no necesitaba  nada del puesto panameño, el sello de salida no me iba a hacer falta para nada. Sin embargo, decidí quedarme escribiendo  mientras veía cómo los locales cruzan sin ningún problema. 


Finalmente, cuando llegó el funcionario, a eso de las 7.30, le  pedí si me podía sellar para que puediera seguir mi camino pero su respuesta fue que no se podía, que tenía que encender la  computadora y programarla antes de poder hacerlo. Casi me caigo al río de la risa que me dio, pero me contuve y esperé.
Puente que separa Panamá de Costa Rica en Sixaola
Sin embargo, al llegar al lado costarricense me encontré con la sorpresa inesperada. La funcionaria, después de preguntarme  por mi destino, me exigía un billete de salida del país, una norma que me había conseguido saltar al llegar a EEUU, la  frontera por excelencia, me impedía entrar en el país más feliz del mundo, que me tocaba las narices por un requisito que  aplica a todo el mundo, pero que a ojos de un blanquito parecía un impuesto revolucionario. Lo sigo pensando pero también  pienso que lo mismo hacemos nosotros cuando ellos llegan a nuestro país, así que se cumplió el "donde las dan..." y compré un  billete que me costó $15. Eso sí, pude pasar la frontera sin ningún problema para comprarlo. La próxima vez, me doy a la  fuga.


En realidad, lo que más me dolió fue un tipo que me llamó "gringo". Según se dió la vuelta la vuelta le amenacé de muerte si volvía a insultarme y nos hicimos amigos porque era muy grande y se fue contento pensando que Costa Rica va a ganar 3-0 a España el próximo día 15.


Finalmente llegué a Puerto Viejo de Limón, un pueblo en el que ya estuve hace diez años, cuando aún no tenía ni carnet de  conducir. Qué buenos tiempos aquellos...y estos.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the  results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most  important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become.  Everything else is secondary. Steve Jobs
PD: Esto se lo dedico a mi amigo Pierre, que es más grande que Steve Jobs, un verdadero ejemplo para la humanidad y la primera persona que conozco que ha pedido que le degraden a cambio de que sus jefes dejen de tocarle las pelotas. Enhorabuena!!!
Diablo rojo en Panamá

jueves, 13 de octubre de 2011

Accidentada salida de Asia...y llegada al imperio americano



Gunung Mulu - Borneo - Malasia

Mi periplo por la zona no ha tenido nada que ver finalmente con lo poco que tenía planeado antes de llegar, de lo cual me alegro. Gracias a Tony Fernandes (9 vuelos con Air Asia) me he movido entre islas y países con gran facilidad y sin problemas de ningún tipo. He recibido a los amigos que venían a verme o a viajar conmigo, me he movido con gente que he conocido por el camino, he organizado un cumpleaños sorpresa con gente que llegaba de tres países diferentes y he podido llegar a las famosas selvas de Borneo.
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que era preciso un cambio en mi vida, tenía que cruzar el Océano Pacífico y llegar "al otro lado", pero eso implicaba el riesgo de aterrizar en el inhóspito territorio imperial.

Después de unos cuantos meses por la zona tocaba continuar con la ruta y abandonar el territorio arroz. Mis ojos empezaban a estar como cansados, se empezaban a cerrar y me había empezado a crecer un extraño pliegue en la comisura de los ojos.
The Pinnacles - P.N. Mulu - Borneo - Malasia

¿Por qué el 99% de los agentes de inmigración son emigrantes?

Lo sé, porque con el tiempo se convierten en los más racistas y fieros guardianes de las fronteras, prestos a evitar que ningún otro extranjero pueda tener la oportunidad de quedarse a vivir en el maldito país que a ellos tan difícil se lo puso.

Odio las fronteras, las aduanas y cualquier control policial, pero lo de llegar a los EE.UU es un acto en el que hay que tragar mucha saliva, guardarse las manos en los bolsillos y evadir tu mente para que que no te den ganas de saltar por encima del mostrador, agarrar al policía y le hagas tragar el teclado y el monitor sin agua.

Después de jurar por vigésima vez que no llevas bombas encima, que no quieres matar a Obama ni tuviste nada que ver con los nazis, que el analfabeto te empiece a preguntar dónde están todos los países de los que tengo un sello en el pasaporte y te diga ¿has estado en Papúa Nueva Guinea? sólo por preguntar a la vez que decide si te deja entrar o no, me pone un poco nervioso. En cualquier país, si el agente ve un visado en el pasaporte, asume que se ha estado allí. Aquí me preguntó por todos los sellos. Paciencia, mucha paciencia después de 12 horas de vuelo. Además, pensaba yo, si no sabes ni dónde está, y probablemente es la primera vez que lees ese nombre ¿qué más te da si he estado o no?

Claro que en este país no se puede asumir nada porque los criterios de lo que es normal o aceptable no tienen nada que ver con lo que le pueda parecer a una mente europea y, a la vez que en los aeropuertos te someten a interminables controles y te hacen contestar a absurdas preguntas sobre tu pasado nazi aunque tengas 5 años, a nadie parecía extrañarle lo que a mi casi me provoca tirarme al suelo hace unos días, un tipo paseando por la calle con una metralleta al hombro.

Escenas como las del paranoico control de la seguridad de los aeropuertos conviven con muestras de una inocencia que me desconciertan. Al ir a pagar ayer con mi tarjeta de crédito, el dependiente la mira, me mira a mi y muy serio, como si fuera la prueba de seguridad más efectiva que hay, me pregunta mirando a la tarjeta ¿cómo te llamas?. Gonzalo, contesto. OK, como asumiendo que la tarjeta es mía.

¿Para qué tanta seguridad si luego cualquiera puede entrar y salir de la zona de recogida de equipajes de los aeropuertos?

Os dejo con una conversación real que le ocurrió a un amigo en el aeropuerto de Miami:


Su visado no le permite salir del país, así que le van a deportar a México.
Pero si yo no soy mexicano.
¿De dónde es usted?
Yo soy de Madrd, español.
Pues eso, a México deportado.

domingo, 2 de octubre de 2011

En las selvas de Borneo...

Tenemos mucha actividad y poca reflexión, y tan importante es hacer como entender lo que hacemos. Pere Monrás, médico.
Cada país que he visitado hasta ahora ha tenido sus puntos fuertes desde el punto de vista de la naturaleza. Nueva Zelanda me impresionó, entre otras cosas, por la gran variedad de espectaculares fenómenos de la naturaleza y por lo fácilmente accesibles que son. Un ejemplo son los glaciares, que no sólo son muy escasos en el mundo sino que, los que hay, suelen encontrarse en alturas elevadas y en lugares de difícil acceso, mientras que los de Nueva Zelanda están casi a nivel del mar y se puede llegar a ellos sin subir montañas.
Borneo, una isla legendaria, conocida por la brutal biodiversidad que atesora, se presentaba como una visita muy interesante donde poder disfrutar de selvas primarias aún no destrozadas por el hombre. Además, es famoso lo complicado que es disfrutar de todas estas maravillas porque el gobierno de Malasia, en un intento por proteger los parques nacionales, limita mucho el acceso de visitantes y las posibilidades de alojamiento son muy restringidas, con lo que mucha gente se vuelve a casa decepcionada porque no ha podido visitar nada por falta de plazas.

La primera experiencia fue bastante desalentadora. La reserva del río Kinabatangan, uno de los sitios donde mayor número de orangutanes viven, se ha visto reducido a una estrecha franja de, en algunas zonas, unos 100 metros de ancho de selva rodeada de millones de hectáreas de plantaciones de palmeras de las que se extrae el aceite de palma, primera industria del país si excluimos la extracción de petróleo.
LA LLEGADA A MULU
-Las condiciones climatológicas no son buenas. Hay un frente muy intenso situado en este momento sobre Mulu que limita la visibilidad y dificulta las tareas de aproximación, explicó el piloto a los pasajeros. 

Demasiada información para un pasaje previamente asustado por los vaivenes producidos por las turbulencias y que, a partir de ese momento entró en estado de shock, sacó las uñas y las clavó en los reposabrazos y no quitó la vista de las ventanas para intentar adivinar qué estaba haciendo el capitán y a qué altura nos encontrábamos.

La lluvia era muy intensa y las nubes muy bajas, lo que impedía tener una mínima visibilidad del aeropuerto, perdón, de la pista donde debíamos aterrizar. El comandante hizo dos maniobras de aproximación y en una de ellas no sólo bajó el tren de aterrizaje, sino que descendió el aparato hasta situarse muy cerca de la copa de los árboles. En el último momento, muy cerca de tierra, revolucionó los motores y se internó de nuevo en las nubes mientras levantaba vuelo.
Mi simpática compañera de asiento me cogió la mano y me acordé de un vuelo a París con mi amigo Gabi Ripollés en el que la mujer que tenía a mi lado me dijo que tenía pánico a los despuegues y me pidió que, si no me importaba, le dejase agarrarme la mano. Yo se la cedí, pero al rato me arrepentí porque llegué a temer porque la falta de riego sanguíneo hiciera necesaria la amputación de la misma. Lo peor fue que un par de horas después, cuando la sangre comenzaba a circular con normalidad por mis venas y el color morado había empezado a dejar paso a un tono más normal, descubrí que no sólo le tenía miedo a los despegues.

El comandante volvió a hablar más de la cuenta para anunciar a unos pasajeros al borde del ataque de pánico que haría un último intento de aterrizar y que, de no lograrlo, tendría que retornar al aeropuerto de Miri. Supongo que, para la gente que ya estaba asustada en ese momento, éstas palabras no fueron nada tranquilizadoras.
Taman Negara Gunung Mulu es el parque nacional más grande de Sarawak, la región que ocupa el noroeste de la isla de Borneo y uno de los más inaccesibles, ya que sólo se puede llegar por avión o tras un caro y largo viaje de un día de duración por un río. El parque, debido a la complejidad del terreno y a la densidad de la selva que lo puebla, no ha mostrado aún todo lo que esconde y sigue siendo objeto de investigación. Todos los años se producen interesantes descubrimientos de nuevas cuevas, ríos subterráneos o animales desconocidos hasta la fecha, pero lo que ya está demostrado es que alberga el sistema de cuevas más grande del mundo.
Por la mañana había visitado una de las pocas cuevas a las que puedes ir sin guía, la Moonmilk Cave, que aunque muy bonita, no me había parecido impresionante, lo cual rebajó un poco mis expectativas ante una de las cuevas que iba ver esa misma tarde y de la que, sorprendentemente, lo que más destacan son los 3 millones de murciélagos que cada tarde la abandonan formando una inmensa nube negra en el cielo.

La primera de las cuevas, el aperitivo, me pareció simplemente espectacular, enormes cámaras con bellas estalactitas perfectamente iluminadas y formaciones geométricamente imposibles que me maravillaron. Nunca había estado en una cueva con tantas formaciones, tan variadas y tan impresionantes. A cada paso descubría nuevas formaciones. Las estalactitas formadas en espiral me fascinaron, pero lo que me acabó de alucinar fue el río subterráneo que recorría la cueva.

Las complicaciones de todos los vuelos y reservas, que casi me habían impedido venir hasta Mulu me parecían totalmente compensadas ante lo que tenía delante y había estado disfrutando, no sólo en la cueva, sino en la hora y media que se tarda en llegar atravesando la selva.

En ese momento casi se me había olvidado que aún me quedaba por ver la Deer Cave, situada a pocos metros de Lang Cave- Si éstá me había impresionado, la segunda me mantuvo con la boca abierta durante todo el tiempo que estuve dentro. Las dimensiones, al contrario que en la primera, en la que todo es más pequeño, son masivas, impensables para lo que conocía como una cueva. De hecho, es la cueva más grande del mundo. No la más larga, pero sí la de mayor volumen. Sus 175 metros de altura simplemente se escapan a los comentarios y aunque intento explicarlo con palabras, no encuentro la manera de transmitir lo que sentí. Espero que las fotos sean suficientemente ilustrativas. La enormidad y el hecho de que apenas hubiera gente, ayudaron mucho a disfrutar aún más la experiencia de estar ante la inmensidad de la cueva. El día anterior había llovido bastante y el agua que se había filtrado formaba pequeñas cortinas de agua que lo hacían incluso más bonito. Al final de la cueva se abre la luz y aparece una visión de verde espectacular ante tanta oscuridad. Lo llaman el jardín de Adán y Eva.
La visita a Mulu acababa de empezar y ya tenía claro que se iba a convertir en mi destino preferido de todo lo que he visto en Asia.