viernes, 6 de enero de 2012

Chile y Portugal, los vecinos de al lado



Valle de la Luna - Atacama
Chile es un país delgadito y alargado, muy alargado. El tamaño no tiene nada que ver, pero la forma se asemeja, en cierto modo a la de Portugal. Además, los dos países limitan al oeste con un océano y al este con un país mucho más grande que ellos. De hecho y a riesgo de que éstas similitudes molesten a muchos, ambos países crecen a la sombra de su vecino grande y, casualmente, se repiten algunos patrones que afectan de igual manera a unos y otros.

Tanto chilenos como portugueses son reservados, conservadores y tímidos, muy tímidos si los comparamos con sus vecinos, que no sólo son ejemplo de todo lo contrario, sino que son países donde la gente es mucho más bullanguera, marrullera, tramposa, informal, "vendetodo", etc., lo que ha debido ejercer una influencia a lo largo de los años que ha impedido que sus vecinos menores desarrollen esas mismas capacidades, refugiándose en lo opuesto, por suerte.

Tanto Argentina como España menosprecian a sus vecinos. Bueno, España, que siempre se ha sentido el culo de Europa, sólo alcanza a ningunear a Portugal, a quien no presta la menor atención, mientras que los argentinos, que se sienten superiores por defecto, ningunean a todo el planeta, especialmente a cualquier otro país latino porque en realidad ellos se consideran europeos que, por algún error de la Creación, han acabado en el Cono Sur.

En ambos casos, los pequeños se miran en el espejo de su vecino grande y se intentan comparar con ellos. Para los chilenos, estar por encima de los argentinos en cualquier cosa, ya sea en un indicador socio económico o en un deporte, es motivo de orgullo nacional. Sin embargo, parece los Andes es mucha separación y los argentinos ni se preocupan por los del otro lado de la cordillera. Ellos prefieren jugar en otra liga y, cuando menos, se comparan con Brasil, aunque realmente prefieren medirse con Francia, salvo en el fútbol.

Aquí se acaban las similitudes. Me gustaría decir que Chile, que ha sido ejemplo de seriedad económica para muchos países, está muy lejos de la crisis que azota Portugal, pero no. Aunque la economía chilena ha marchado con paso firme durante los últimos años, parece ser que en el camino se olvidaron de las políticas sociales y los ingresos de la minería se han destinado a otras cosas que parecen ser más prioritarias que las personas.
Socialmente hablando, Chile es un desastre. Las desigualdades entre ricos y pobres son enormes y las políticas redistributivas casi inexistentes. La jubilación está privatizada y casi todo el mundo requiere de un seguro médico privado, pero lo que ha motivado intensas quejas durante todo el 2011 ha sido la educación, especialmente la universitaria. Sorprende que, a pesar de lo boyante de la economía, no existan universidades públicas. No digo gratuitas, sino públicas. Las educación universitaria es privada y cara, lo cual ayuda a ensanchar la brecha entre las clases acomodadas, que se pueden permitir acudir a instituciones donde el nivel educacional es bueno, y las clases bajas que, o no se lo pueden costear, o se tienen que endeudar para poder acudir a centros donde la prioridad no es la educación, sino el LUCRO.
Las calles de Santiago dan buena muestra del descontento social de uno de los países más desiguales del mundo y donde el presidente, un multimillonario metido a político, tiene la peor valoración de todo el continente, a pesar de haber derrotado al partido de la ex-presidente Bachelet, que dejó el cargo con la mejor valoración de la historia. Extraña sociedad.
No quiero que estos comentarios parezcan un punto negro en la visita a este país tan espectacular del cual me marché antes de lo que querría para poder llegar a tiempo a ver a unos amigos. En realidad, aparte de Santiago y una rápida visita al Cajón del Maipo, sólo he podido disfrutar de la fronteriza ciudad de Arica y, por supuesto, del espectacular desierto de Atacama, unos de los lugares más impresionantes que he visto. Cuando dices desierto parece que va a ser una enorme extensión cubierta de arena, pero aquí, esos inmensos espacios abiertos que impresionan a cualquiera adoptan diferentes y originales formas en cada rincón y se manifiestan tanto en formaciones de roca y arena, en lagos altiplánicos a más de 4000 metros de altura, en salares, volcanes o geyseres. En resumen, otro de esos mágicos lugares que estoy teniendo la tremenda suerte de descubrir.

Esta ha sido la parte árida de la visita, pero volveré para ver la zona de los glaciares de Torres del Paine (si se apaga el fuego), la isla de Chiloé y la zona de los lagos de Pucón.

Por cierto, que nadie se me ofenda con los tópicos. Chilenos y argentinos me han tratado muy bien y no tengo ninguna queja, sino todo lo contrario, palabras de agradecimiento.

Salar de Tara - Atacama

Dejo que el mundo crea que me va ganando. ¡Pero el tiempo está trabajando a mi favor! Pau Riba.    

Geysers del Tatío - Atacama

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo! Acertado, un abrazo.
    Imízcoz

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  2. Qué lástima que los argentinos nos vean así. De todas formas los estimamos mucho y son bienvenidos todos los veranos en nuestras playas.
    Un beso,
    Elena
    C H I L E

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